Nuestro patrono.

San Martín repartió su tiempo en ejercer el gobierno civil de Cuyo y en organizar el Ejército de los Andes en un campo de instrucción llamado El Plumerillo, cercano a la ciudad de Mendoza.
Era muy sencillo, poseía una inteligencia poco común y sus conocimientos superaban su formación profesional. Era dueño de una profunda mirada, buenos modales que revelaban esmerada educación. Brindaba optimismo y ánimo a quienes lo habían perdido, discreto y reservado, ordenado y prolijo.
Fue el creador de una de las epopeyas más grandes en la formación de nuestra
nación: LA CREACIÓN DEL EJÉRCITO DE LOS ANDES.
Organizar, proveer y adiestrar a las tropas demandó al general dos años y, a principios de 1817 estuvo en condiciones de iniciar la campaña.
San Martín inspeccionaba los cuarteles donde reinaba el orden, la higiene y el cumplimiento de estrictas normas organizando la sanidad, creando hospitales con cuerpos médicos y botiquines.
Desde Buenos Aires llegaron soldados, oficiales, armas y municiones. También ponchos, frazadas, tiendas de campaña y víveres. Otras provincias como Córdoba y la Rioja contribuyeron a la formación de un ejército nunca visto hasta entonces en América. Este compromiso deslumbró a muchas mujeres mendocinas que desinteresadamente colaboraron en la confección de la bandera para este ejército.
La integridad de San Martín se refleja en sus dichos:

“DESEO QUE TODOS SE ILUSTREN EN LOS SAGRADOS DERECHOS QUE FORMAN LA ESENCIA DE LOS HOMBRE LIBRES”

“AL HOMBRE HONRADO NO LE ES PERMITIDO SER INDIFERENTE AL SENTIMIENTO DE LA JUSTICIA”

“EN EL ÚLTIMO RINCÓN DE LA TIERRA EN QUE ME ALLE ESTARÉ PRONTO A SACRIFICAR MI EXISTENCIA POR LA LIBERTAD”